Oro, escopetas, el toro, la sangre roja, los tirantes, las camisas, camioneros casados con mujeres cuyo nombre siempre es Merche o Carmen, los pueblos vacíos, las gasolineras, las flores rojas, las carreteras inhóspitas.

¿Fascismo?

Yo diría Costumbrismo.

No quería yo abrir un debate pero llamar símbolos franquistas a los símbolos de todo un país, sin recordar que la Derecha se abanderó de esas cosas para convertirlas en MarcaEspañaTM, me apena. Me apena que se siga sin poder acudir a simbología tradicional para reinventarla sin que te llamen fascista.

Yo soy de las que dice que continuar con narrativas visuales estereotipadas es aburrido.

Pero reinventar imágenes y narrativas estereotipadas, traerlas al presente, hacerlas tuyas, que tengan un trasfondo estético ilimitado y acorde a un discurso narrativo, eso es siempre BIEN. Incluso digno de admiración.

Lo que está haciendo esta mujer no se entiende sin el Guincho y sin CANADA. Y mira que algo me da mucha pereza cuando la hipsterización de algo es muy evidente, pero están siendo todos elegantísimos y la línea conceptual es impresionante. El último vídeo “Pienso en tu mirá” es brutal.

Te canta sobre los celos, la posesión, ese amor malo-malo que te vuelve loca-loca. No lo hace a posteriori, porque hartos estamos de la deconstrucción de lo tóxico. Ya nos sabemos la cantinela. Ella canta desde dentro, desde ese sufrir más viejo que las pesetas y sin embargo actual.

Y de verdad que me parece que pocas personas han conseguido reinterpretar tan bien unos códigos estéticos a priori tan difíciles. Que tú ves esos vídeos y ves España. Y es España es una cosa fundamentalmente incómoda. Y esta chica se mete de lleno en lo incómodo.

Vamos, que iba a escribir un artículo sobre cómo Rosalía destapa un conflicto de identidad política que arrastramos todos los que no somos de derechas. Pero me han dado cuatro ataquitos de ansiedad seguidos sólo con pensar en las posibles derivas temáticas, o séase, ser “real” en el arte, la apropiación cultural y la identidad geográfica.

Aparte, lo de España con el franquismo y la guerra civil da para ocho artículos sobre la enfermedad y la esquizofrenia común en toda su sociedad. Me parece fuertísimo cómo, por parte del gobierno y la monarquía, se esconde, se ignora y se insiste en olvidar y superar un tema que ni de lejos ha sido aprehendido.

Hay una brecha generacional enorme e insalvable, y cuánto más crezco, más siento que me acerco a comprender la estrategia – terriblemente equivocada –.  Nosotros hemos crecido sin la conciencia de algo que sucedió mientras a otros se les ha negado lo sucedido.

Cuando el Rey, hace un par de años, creo, dijo en el discurso de Navidad que había que seguir adelante, te tienes que reír. ¿Seguir adelante? Es imposible, si aún hay rituales por emprender: Fosas, monumentos y memorias. Qué importante es hacer un pequeño análisis de conciencia para saber qué puede quedarse, qué debe desaparecer y qué debe permanecer sujeto a unos cambios.

Pero vivimos en un país que pasó completamente de hacer una valoración de daños, psicológicos, emocionales, históricos y culturales.

En resumen:

España: Olvídame, sigue adelante, supéralo de una vez.

Also España: Atascada, insoportablemente antigua, culpable, muy culpable, irresponsable y dolida.

Y así estamos. Pues mal. Muy mal.

Malamente.

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