Llevo un rato pasándolo realmente mal releyendo a Bifo. Esta vez, con el lenguaje como disolución de la capacidad de percibir -de alguna manera que aún no entiendo- lo que sienten los otros y, activar al mirarse, ya sabéis, la empatía.

WTF

Entiendo que en algún momento leeré «y por eso, el paso de la conjunción a la conexión ha degenerado en la experiencia perceptual convirtiendo toda emoción en convención sintáctica».

No es que me parezca mal.
Es decir, ojalá fuera cierto que el lenguaje ha sido el mayor impedimento para decir, ya sabéis, lo indecible.

No sé si esto es por las clases de lógica en la universidad o porque Bifo es italiano. Y mira que me gusta darle vueltas a «la retórica de lo indecible». Pero no paso por Paolo Virno, que dice algo con lo que, por otro lado, no puedo estar más de acuerdo:

El lenguaje es, en realidad, la fuente básica del conflicto humano, los malentendidos y la violencia.

Pues sí.

Pero de ahí, a tratar el lenguaje como un proceso de erosión que transforma la compresión en un acto de adaptación sintáctica «puramente intelectual»…

Pues ya no tanto.

Anoche pensé que me parecía difícil que Bifo fuese a explicar cómo los procesos tecnomateriales han transformado, por ejemplo, la protección individual del Yo ante los otros. Precisamente por esto.

Me declaro fan incondicional de cualquier clase de texto/ teoría/ persona que defienda o exprese una suerte de argumentación basada en la mirada, las neuronas espejo, el silencio y lo indecible. Siempre.

Es más, estoy absolutamente de acuerdo con la afirmación de Bateson en espíritu y naturaleza: No existe una correspondencia ontológica entre mente y mundo como le gustaría creer a la metafísica.

Pero el lenguaje, que es todas estas cosas, también es lo único que nos permite un atisbo de luz entre lo indecible y el mundo exterior.

Si no, de qué íbamos a tener tanta poesía.

La poesía siempre será un intento reiterado de expresar con palabras aquello para lo que el lenguaje siempre resultará insuficiente: Los putos feels.

Después, pienso que la poesía es una concatenación de imágenes, un consenso comunicativo que no juega en la liga del orden y del sentido gramatical.

Que es pensamiento visual.

¿Un poema? Palabras juntas en donde no se puede entrar a valorar lo literal. Ni lo metafórico capta la totalidad de su significado.

¿Un poema? Una imagen subjetiva evocada por una oración sin sentido aparente.

Un estado mental intraducible. Casi, casi magia.

La belleza de las cosas que resulta de intentar decir lo indecible, de intentar comunicar desesperadamente aquello que se aleja indiscutiblemente de los márgenes lógicos en los que el lenguaje instala su “comunicación efectiva”. Eso es el arte, esa verdad.

Mi compromiso de por vida es con mi dolor, con lo que puedo hacer con él y con lo que hará él de mi.

El poema sólo me expone como si fuera una herida sobre la mesa de disección.

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