Me hace mucha gracia leer que «ya no hay pensamiento crítico». Porque digo: ¿Y cuándo sí?

Ojalá se hubiese dicho con el mismo alarmismo lo de «la gente ya no piensa» cuando se instauró el fordismo.

Lo maquínico ha materializado una hipersaturación que siempre estuvo ahí. Lo maquínico y el trabajo no «están arrasando con la capacidad de generar pensamiento crítico».

En realidad, todas las problemáticas que le adjudicamos a la implementación tecnológica no encuentran sus raíces ahí pero sí son la condición material para percibir el problema.

No sé. No le encuentro sentido a generar discursos en los que no se contemple que el capital y la máquina son procesos simultáneos.(aunque creo que prefiero decir «agentes simultáneos» porque lo otro no es la mejor movida).

Y es muy de señor acomodado decir «Hoy en día no se piensan las cosas».
Verás, hoy en día ya nada es como era. Y creo que es correcto decir que esa es una de las evidencias a las que siempre llegamos tarde.

Por eso, me flipa aún más el discurso de «podéis pensar lo que queráis, pero que todo lo de ahora es basura porque *objetivamente y sin mucho más esfuerzo* lo de antes era mejor». Es la idea de quien no tiene ni idea de lo que tiene delante. O cree que la tiene pero de lo que carece es de los medios para entender por qué ese objeto de su observación es como es.

La belleza siempre me pareció una evidencia más allá de las palabras: una sensación incomunicable: un suceso privado.

Una condición para la cual no existen otras condiciones, reglas, maneras, modos y términos precisos.

Sea como sea, lo bello es una evidencia irrefutable*.
Y el cómo, cuándo y por qué, sólo son variables cambiantes e inasumibles.

*Irrefutable en tanto que a ver quién sale de una discusión sobre lo que es mejor o peor en función de su belleza y trabajo, o simplemente sobre la belleza. Y a ver quién se mete también.

Qué pereza.

Y al típico señor que espeta «Entonces todo vale» sólo cabe ponerle cara de desaprobación y contestar: PUES SÍ.

Porque si hay algo que objetivamente no sabe un señor capaz de decir eso es que creer en algo, creer en cualquier cosa, movilizar toda nuestra voluntad para depositar esperanzas en X es tan tierno, tan frágil y requiere de tanto esfuerzo…

Vivir es agotador.
Pero me gusta vivir en un tiempo en el que no hay verdad y todos los valores conocidos no hacen más que desmoronarse.

Sólo espero dos acontecimientos:
El fin de todo
Y su renacimiento.

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