Te amo tanto
que sería capaz de fingir que te ignoro
hasta hacerte desaparecer
Pero a veces, no lo evito
Muevo los brazos
como si te viera a lo lejos
y te hiciera señales para llamar tu atención
Lo puedo hacer en las calles de un bazar
en las escaleras de mármol de una iglesia copta
en la habitación del hotel
o en la Plaza de San Pedro
Pues todo en ti
irradia la Pasión de los elegidos
Como en un Evangelio
Imagino que me contestas.
Que me sonríes.
Y después de esta alucinación
mis brazos vuelen a yacer
como escorpiones muertos
sin ningún interés por señalar las estrellas
Y juro que algún día
dejaré ya de pronunciar tu nombre.
Que algún día
le encontraré una sepultura ante la que llorar
hasta que incluso el cielo me parezca un muro
Viviré de los espejismos
rodeada de sombras
que no pertenecen a ningún cuerpo
Y mi furia será solitaria.
Como un ovillo de hilos en mi útero disecado
He oficiado mi propia boda.
Y mi propio funeral.
Pues soy sacerdotisa y novia
y viuda
sin haber sido segunda ni tercera esposa
Porque el amor es una tumba
Todos los días limpio una lápida
bajo la cual no hay enterrado nada
Así, sufriré con valentía
Pues es precisamente la debilidad
lo que me hace indomable
Así, para que yo señale las estrellas
tendrías que pasar toda la noche salvándome la vida
Entonces, tu nombre será recordado
como una plegaria