Aquí va una lista de consejos rápidos para cuando estás escribiendo y te encuentras estancado en una escena: 

  • Mata a alguien*
  • Hazte la pregunta «¿Qué puede salir mal?» y a continuación escribe exactamente todo lo que sale mal. 
  • Cambia de perspectiva (POV), desde tu personaje principal a un personaje secundario, el antagonista, una piedra, lo que sea. 
  • Deja de escribir cualquiera que sea la escena que tanto te está costando y salta a la siguiente. Encontrarás el momento y las palabras para volver a ella. 
  • Escribe el final. 
  • Usa un resumen de la escena, un croquis, un esquema. Algo que te ayude con el groso de la idea. Bien para deshilarla más adelante o bien para cuándo se te ocurra cómo seguir. 
  • Lee el trabajo/proyecto/obra de otra persona. Sal de tu cabeza. Identifica qué te gusta en los demás, cómo resuelven escenas complejas. Pero también las más sencillas. 

Nunca borres. No leas lo que llevas escrito. Pasa. Sigue adelante. Abre un juego sencillo y consigue tus doscientas grosellas. Simplemente, sigue escribiendo. No olvides que, un día, empezaste a escribir por gusto. Porque había algo que contar y sólo tú podías hacerlo con tus palabras. Un día, empezaste a escribir por diversión. 

*Con lo de «matar a alguien» me refiero a alguien de la historia, algún personaje. Por favor, no vayáis matando a gente aleatoria en la vida real cada vez que os enfrentéis a un bloqueo. Mi abogado podría aludir que «un malentendido a la hora de dar consejos de escritura no es una defensa aceptable». 

Si nada de lo anterior funciona, propongo las siguientes opciones: 

  • Prueba a apagar tu ego de autor y vuelve a encenderlo. 
  • Coge a un amigo y, sin que te pregunte, exprésale todo lo que va mal en tu obra. Túrrale la oreja hasta que eche humo. Se supone que tú mismo tienes que ser capaz de llegar a tus propias conclusiones después de escuchar tus errores en voz alta. (No siempre el amigo es necesario pero sirve para anular la sensación de estar hablando solo con la farsa de estar siendo escuchado. Aunque el amigo no tiene por qué escucharte necesariamente). 
  • Si lloras, métete en un saco de arroz. 
  • Te dices a ti mismo «me rindo» de la manera más compasiva y honesta posible. 
  • Pídele a tu amigo que te lo diga. Así ambos podréis ver cómo vuelves al trabajo con una fuerza renovada. 

Hay que entenderlo. Esto de escribir es una afición (una profesión también si tienes muy, muy mala suerte) soez y malpagada – mamá, papá, entiendo que estéis decepcionados -. La buhardilla llena de nombres inútiles, contaminantes. Lord Chandos. Psicoanalista sin titulación, chica-que-ridículamente-pretende-llegar-al-noúmeno. No se puede caer más bajo. Lo sé. 

Lo sé mejor que tú. 

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