La Naranja MecánicaIrreversibleSaló y los 120 Días de SodomaMartyrs, Anticristo son sólo algunos ejemplos de cine polémico, crudo, incómodo, en algunos de los casos hasta censurado. Un tipo de celuloide portador de escenas impactantes, grotescas, explícitas, bestiales y en ocasiones, para alguna clase de espectador, hasta cierto punto insoportables. Todas ellas a parte de su estética o trasfondo subversivo tenían algo cinematográficamente que ofrecer, que las hacía interesantes, que justificaba tan directo tratamiento a la hora de abordar un tema tan universal y antiguo como el mismo hombre, la violencia.

Un análisis distópico sobre una violencia ya institucionalizada en la sociedad, un retrato acerca de la necedad de la venganza ciega mostrándola como un error fatal, una visión cruel sobre el doble rasero de la aposentada Italia fascista de Mussolini, o una mirada perversa y misógina sobre la psicología femenina. Todos esos films (unos más, otros menos) artísticamente nos mostraban aquel peligroso concepto acerca de que el fin justifica los medios como una inquebrantable verdad, aunque la mayoría de las veces no sea así. Por eso lo visto en pantalla en ocasiones con A Serbian Film no tiene razón de ser, porque cinematográficamente no ofrece nada nuevo o mínimamente enriquecedor para el espectador.

La obra no es tremendamente mala, pero sí altamente mediocre, carente de personalidad, efectista y sobre todo cobarde, muy cobarde, algo extrapolable a su mismo director y la manera en la que aborda su obra. Porque ya no es una cuestión de ver cuál es la nueva barbaridad con la que un cineasta nos reta a aguantar la mirada, no es una cuestión de estómago. Sí es cierto que la película es incómoda pero el problema con A Serbian Film es que ya se adentra en terrenos más serios y complicados, los de la ética y la moral que chocan frontalmente con las exigüas, y personalmente diría inexistentes, inquietudes artísticas del metraje.

El espectador con algo de inteligencia ya no valorará los límites de la crudeza de las imágenes o el impacto que las mismas puedan causar en él como consumidor, sino cuáles son los motivos o inquietudes para que el director las ponga de esa manera en pantalla o  sus razonamientos para darles ese tratamiento tan cuestionable desde cualquier punto de vista. A Serbian Film traspasa varias líneas dentro de ese peligrosa tierra con el único fin de causar repugnancia y asco sin ampararse en justificación creativa alguna, sólo entregándose a la provocación por la provocación transitando el camino más fácil y execrable, el de ir un poco más allá de dónde han llegado otros previamente con el único motivo de dar que hablar sin ampararse en razonamiento alguno desde una perspectiva narrativa.

Y ojo, la violencia siempre puede ser porque sí. De hecho, en la gran mayoría de las ocasiones, no hay pasión alguna, sino que verdaderamente la violencia sucede porque sí. Pero he visto más violencia gratuita en un telediario. Pero por eso, no me puedes meter de lleno una aspiración artística. Sea lo paródica que sea. Porque la violencia como arte, el crimen como arte, tiene un por qué. Y aquí no lo tiene.

Esas aspiraciones artísticas son la excusa argumental del director/guionista paa introducir a su criatura en una espiral de depravación y violencia que no parece tener fin y si Milos no fuera tan inane podríamos hablar de que sus pulsiones son muy parecidas a las de Spader en Crash  de Cronenberg. Hasta aquí nada del otro mundo dentro de este tipo de cine que no haya sido utilizado en ocasiones previas en otros trabajos audiovisuales.

El problema reside cuando el director aborda el tema de la pederastia, no porque la introduzca en la trama (como ya han hecho otros, como en Mysterious Skin o Happines que la han tratado de manera cruda) sino por como la expone en pantalla, haciéndolo por medio de  un gratuito y MUY EFECTIVO sensacionalismo que no está justificado en manera alguna.

Spasojevic cruza la línea de la obscenidad en un par de ocasiones con respecto a la pedofilia mostrando dos explícitas escenas de sexo con menores que rebasan lo admisible, la del parto y la de la escena final del film, aunque bien es cierto que podía haberse recreado aún más con ellas y por suerte no lo hace. Ser tan explícito, ni está justificado en la trama ni la enriquece como obra cinematográfica.

Es más, si se abordara de manera menos directa, si dichas secuencias se dejaran a la libre imaginación del espectador, en el caso de que fueran vitales para el desarrollo de la trama, que no lo son en ningún momento, serían mucho más efectivas en el plano argumental de cara a la platea. Pero claro, al director le importa el equivalente a menos cero la construcción de su película, lo único que quiere es utilizarla como una innecesaria arma arrojadiza con la que agredir del modo más grueso y pueril al que visiona su producto.

Spasojevic tiene un complejo de inferioridad alarmante como artista, está tan poco seguro de tener aptitudes adecuadas como cineasta que se ve en la obligación de hacer un uso de resortes innecesariamente polémicos para tener algo que contar, porque es un hecho que la historia es una necedad de proporciones inabarcables sin aportar nada en ningún plano.

Pero por desgracia ahí viene lo peor

Este señor (que no caballero) se revela como un inútil y un cobarde, pero no un estúpido o un ingenuo. Por eso en un momento dado del film introduce una secuencia burda, torpe y mal insertada, la que te he dicho antes, en la que Vukmir suelta el discursito sobre la decadente actualidad de la familia tradicional serbia. Esto me parece una patraña de dimensiones siderales, un saco de mierda que no puedo cargar y me han soltado a la cara.

Y te lo está diciendo alguien que cree sinceramente que la familia es el pilar de la humillación.

Es tan… balbuceante y soporífero el mensaje que la excusa se hace insostenible. Y que ENCIMA tanto el director como los defensores TENGAN LOS COJONAZOS (y me vas a disculpar aquí, no es en absoluto personal, pero es que tela, JODER) afirmen que A Serbian Film tiene un trasfondo mucho más profundo de lo que parece, mostrándose como un tratado sobre ese país que ha perdido la cordura tras la guerra de los Balcanes, cuando la realidad es otra, me revienta.

Porque yo lo que he visto es que lo más trascendente planteado en la película es dar una visión ultraconservadora del mundo de la pornografía aderezadándola con todo tipo de arbitrariedades gratuitas sobre parafilias enfermizas dentro del plano sexual que no aportan nada a la historia siendo tratadas de esa manera tan innecesaria, gráfica e histriónica.

Dejando aparte su grotesca propuesta, su innecesaria morbosidad, que podía haberse tratado de otra manera, y de que la película es amoral y pretenciosa lo más grave desgraciadamente no es eso.

Lo peor es que CREO SINCERAMENTE, Spasojevic no es un enfermo, un criminal o un demente, sino un oportunista sin virtud alguna como narrador o creador que ha encontrado lo que buscaba, y es que todo el mundo hable de su obra, por su inclinación por la controversia vacía y gratuita.

Que me la suda muchísimo que sea un producto que mañana mismo cualquiera podría superar en visceralidad haciendo algo tan sencillo y pueril como mostrar un poco más de lo que se ve durante su metraje más extremo. Eso evidentemente no tiene mérito, es una cobardía.

Pero a mí lo que me ha indignado soberanamente ha sido la absoluta falta de talento para contar algo que se cuenta solo.

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