Furia Errada, errática lectora

Cinco años han pasado.

Y me he hecho más amiga de la imagen silenciosa que de la palabra que entonces parecía literal y fulminante.

Para llegar a la conclusión de que sólo quiero hablar con los muertos, conocer la lengua y trastocar la imagen.

Con esto, me presento:

Lo único que he aprendido y que ha valido la pena aprender en los casi treinta años de vida que tengo es que, por mucho que me esfuerce, no hay palabra que alcance a expresar la totalidad de lo que siento (ni palabra, ni símbolo, ni imagen).

A pesar de la lógica que entraña esto de que sea imposible Pensar en algo que no se puede Decir, yo constato: no se puede traducir a ningún idioma esto que siento.

Y todo aquello a lo que me dedique en la vida será un intento en vano por describirlo.

Es bonito porque me genera una frustración que, entiendo, es parecida a eso que siente un extranjero lejos de su casa cuando le quiere explicar a alguien por qué está tan triste.

Supongo que es también una pérdida de fe. Ya no creo en ninguna palabra, ya no creo en ningún significado. Me entrego sin vergüenza a la poesía de otros que, como yo, abandonan las cuestiones filosóficas en un episodio de descreencias y magnánima tristeza.

La realidad: esta cosa incontenible que me entra cuando abro los ojos. No se puede representar.

Angélica Lidell dice que el arte es amar el fracaso porque, amigas, queridas todas, es un problema ontológico: La realidad es imposible.

Crear es amar el fracaso, un intento reiterado por alcanzar a expresar la totalidad de esa emoción para la que no existe palabra. Lo que siento no puede expresarse, no puede decirse. ¿Por qué callar sobre lo que no puedes hablar? ¿Acaso Wittgestein prefiere que me mate a que escriba poemas inútiles?

Otra cosa que he aprendido en veintinueve años es que: el sufrimiento es en vano. Siempre.

Y que está bien sentir ira.

Hasta aquí, un resumen de mis preocupaciones y una explicación algo más racional de por qué prefiero a Dios pero paso de salvarme, al mismo tiempo que expongo una breve premisa sobre la intencionalidad (ya fracasada) de este blog.

Bienvenidas.